Dra. Ruhama Pedroza presentó su conferencia ‘Reflexiones sobre el año que viví entre los menonitas de Chihuahua’ por primera vez el 11 de agosto en el Salón Menonita de Microtel. Se repetirá el 12 de agosto a las 3:45 pm en el Auditorio Blumenau.
La doctora en antropología social forma parte del Comité Central Menonita en México, siendo menonita conversa y habiendo crecido en una familia misionera que la impulsó a la construcción de paz, la no-violencia y la conexión entre personas y culturas.
Empezó su plática explicando que se dividiría en tres secciones: lo que vivió, lo que percibió y las dudas que le quedaron después de su experiencia con la comunidad menonita.
Primero, dejó claro cuál es su intención como antropóloga con una frase: “La tarea del antropólogo es despojarse de sus propios vestidos, para revestirse de lo que la comunidad que lo recibe, quiera ofrecerle”.
Siguiendo con lo que vivió, platicó que en junio del 2014, dejó atrás la jungla de asfalto de CDMX para vivir entre los menonitas de Cuauhtémoc en el Campo 25. Relata lo difícil que fue para ella y su esposo quedarse dormidos la primera noche, ya que estaba muy callado y oscuro, a diferencia de la ciudad.
Se dio cuenta que el estereotipo de menonitas con el que había crecido – aunque cierto en algunos aspectos – no mostraba la diversidad, variedad y profundidad de la comunidad en Chihuahua.
Explicó que hay dos tipos de menonitas en México: los menonitas étnicos, quienes comparten creencias compartidas del mundo, de la lengua, de la fe, y de la forma y fondo de vida. Por otro lado, están los menonitas conversos: personas que no son étnicamente ni culturalmente menonitas pero pertenecen a la religión menonita.
Comparó a los menonitas con otros grupos étnicos, expresando que lo étnico es todo aquello que caracteriza a un grupo, tal como las comunidades judías, mormones, libaneses, afrodescendientes, entre otras.
Lo étnico se puede llevar a todas partes, por lo que la migración constante de los menonitas a través de las décadas no ha impedido la conservación de su cultura. Por ejemplo, cuando llegaron a México en 1922, llevaban más que su maleta: “trajeron madera, semillas, animales, los sellos de sus iglesias, la arquitectura, los nombres de sus calles, las formas de dividir la tierra, la organización social y económica”, explicó.
Durante las primeras décadas en México lograron mantener su cultura en secreto, lo que ha llevado a la idea estereotipada de que se cierran a los que no son menonitas. Sin embargo, fue en los años 70 cuando las cosas empezaron a cambiar cuando los menonitas empezaron a casarse fuera de su cultura.
Este acercamiente intercultural dio paso a un mestizaje que hoy en día es más común en la comunidad, y Ruhama Pedroza explicó que los genes y la sangre no llevan la cultura dentro de sí, sino que es un fenómeno cultural. “Los menomex representan un puente entre culturas que es necesario para la vida plena y en paz”, aseguró.
Pasó al tema de la lingüística, declarando que “construimos y definimos el mundo a partir del idioma”. En el caso de los menonitas étnicos, este idioma es el Plaatdeutsch. Los menonitas aman, sueñan, hablan, lloran, ríen, y se definen desde el idioma que han conservado desde el inicio del Plaatdeutsch en Prusia (hoy Polonia).
Un ejemplo que dio acerca de la comunidad lingüística es la diferencia entre los nombres de las calles y campos en comunidades mestizas y menonitas. Mientras que en la cultura mexicana las calles suelen traer el nombre de políticos, personajes históricos y héroes de la guerra, los menonitas han llevado consigo los nombres de los campos desde sus inicios en Europa: nombres como Blumenau (valle de flores), Silberfeld (campo plateado), y calles con nombres de menonitas importantes de la historia.
Por otra parte, cuenta: “la lengua también construye muros invisibles para establecer los límites de nuestro mundo y dejar afuera a quienes no la hablan, definiendo y defendiendo su espacio simbólico”.
Pasando a lo que percibió como externa al vivir en la comunidad menonita, empezó con el tema de las mujeres: la sociedad menonita está dominada por los hombres, como en muchas otras comunidades. Las posiciones de liderazgo normalmente son ocupados por hombres, mientras que “el espacio de las mujeres está reducido al ámbito doméstico”.
También le llamó la atención la diversidad de religión dentro de la misma comunidad: la iglesia menonita no es una sola. Hoy en día, existen varias denominaciones dentro de la misma cultura, tales como Sommerfelder, Kleingemeinder, CMM-CEM, Gemeinde Gottes, entre otras.
Finalizó su conferencia haciendo públicas las dudas que aún tiene sobre los menonitas: ¿cómo se puede garantizar una educación igualitaria para los niños y niñas menonitas? ¿Qué se puede hacer para cuidar el medio ambiente en una comunidad agroindustrial? Y finalmente, recordando a tres amigas de la comunidad menonita que murieron de cáncer de mama durante su estancia, ¿qué está provocando la ola de cáncer en los menonitas?
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